CELEBRAMOS NUESTROS JÒVENES 200 AÑOS,
CON PROFUNDAS RAÌCES
Hablar del Bicentenario es celebrar doscientos años de intentos, de logros y fracasos; de sueños y utopías; todo junto y mezclado, con el deseo de organizar políticamente un país. Para la historia de un país doscientos años no son nada, pero la patria, esa realidad con identidad propia, que se va forjando día a día en un territorio concreto, fue andado y caminado desde muchos años antes esta geografía, por eso hablamos de profundas raíces, porque integramos en este camino la sabiduría de nuestros pueblos originarios, como así también a numerosos hermanos inmigrantes. Con todos ellos se formó esta rica cultura que nos caracteriza.
Desde un comienzo el camino no fue fácil, hubo dificultades que parecieron insalvables, se mezclaron ideologías opuestas y variadas, intereses mezquinos y personales, con sueños, solidaridades y utopías. Esta mezcla la vemos también hoy. Vemos realidades antiguas y nuevas que no queremos, que nos hacen sufrir, podríamos hacer una larga lista. Ver hoy en Varela familias acampando frente a la municipalidad, el temor al basural, la lucha por un medio ambiente sano?es un desafío para esta celebración. A lo largo de estos 200 años vivimos muchas crisis, que nos ayudaron a ser más realistas frente a los hechos, nos ayudaron a que juntos intentáramos discernir la paja del trigo, a decir nunca más, a querer desterrar la pobreza y la exclusión.
Hemos dado pasos que no tienen vuelta atrás, por ejemplo, maduramos en la necesidad de un respeto mutuo que nos lleve a la aceptación del pluralismo, aunque paso a paso nos enfrentamos con intolerancias de todo tipo. Pero es bueno destacar que hay signos que nos hacen pensar que está por nacer un país nuevo, aunque no acaba de tomar forma.
No somos libres por haber dado el primer grito de libertad, son necesarios muchos otros gritos, como los que vamos escuchando, en nuestros barrios, en nuestras instituciones, en nuestras organizaciones sociales.
Este Centenario que comenzamos a celebrar nos habla de que los procesos históricos son lentos. La Revolución de mayo de 1810 ocurrió en la ciudad de Buenos aires, realizada por dirigentes porteños, fue un acontecimiento local, municipal; no fue un movimiento del conjunto de ciudades que formaban el Virreinato del río de la Plata. Se necesitaron años de debates, discusiones, luchas, hasta lograr una asamblea común, un Congreso que en 1816 se reunió en el interior, en Tucumán, en el que participaron e hicieron oír su voz la mayoría de la provincias. Fue un proceso que se inició en Buenos Aires y culminó 6 años después en Tucumán..Se comenzaba a definir un proyecto de país con sus ganadores y perdedores. Es importante no abandonar la lucha, pero también lo es esperar la maduración de los procesos.
La celebración del Centenario no es una celebración con un final cerrado, baja el telón y se termina la función. Celebrar el Centenario es tomar conciencia de cuanto nos queda por hacer. Es poner el oído a la historia para descubrir los valores que vienen de muy lejos y se fueron enriqueciendo; es honrar y alegrarnos por lo bueno vivido por tantas mujeres y varones anónimos a lo largo de estos años, para reasumirlo como comunidad, como organizaciones.
Hace pocos días me hicieron una pregunta, que hoy comparto con ustedes. ¿ Qué país verán los que vivan la historia dentro de los próximos 50 o 100 año?
"La celebración es tarea" La historia nos invita a ser protagonistas
Emilia María -Pcia. Argentina-Uruguay
Isabel Landriel