En nuestras tierras del sur enero es tiempo de comienzos y reencuentros, tiempo de camino hacia nuestra casa donde saborear la gratuidad, la unidad, el abrazo de los que amamos, ?tiempo de comprender y darle nombre a los sucesos del recorrido.
Así nos convocamos en la Provincia Argentina-Uruguay, discípulas y discípulos de la comunidad de Emilie, con muchos motivos de fiesta: el encuentro en esta casa donde hemos vivido intensamente el dolor y la alegría, el bicentenario que ya comenzamos a celebrar, los votos perpetuos de Romina, la noticia que nos trae el equipo general con la presencia de Susana e Ivanete, de que Norma nos acompañará como Provincial en los próximos años, y el agradecimiento a Gabriela por tanta generosidad y entrega al servicio de nuestras comunidades.
El abrazo del reencuentro hace nacer las historias que brotan con entusiasmo: vida de nuestras familias, hechos de la comunidad, procesos de grupos, luchas de nuestros pueblos, voces de los pobres. La casa se puebla de risas, cantos, acentos queridos, presencias añoradas, charlas confidentes, ojos humedecidos de emoción.
No cabe duda, nos convoca un nacimiento.
Con el relato de cada historia crece la evidencia de la fraternidad, nos ungimos con el óleo, un aroma de nardos perfuma la sala y sana heridas, una mano extendida fortalece los tobillos, un encuentro esperado gesta la invitación soñada: ?vamos a casa a charlar más largamente de nuestros proyectos?.
En la intimidad de nuestra charla recibimos las cartas de Emilie, y conmovidos por su humanidad queremos responder con la audacia de Françoise y sus otras compañeras. Resuena una vez más en nosotros la Palabra de la comunidad que nos anima: ?en nombre de Jesús?levántate y camina!?
¡Claro que estamos a gusto!, podemos andar descalzos, compartir la mesa, cantar nuestros cantos, bailar nuestras danzas, jugar, reírnos de nosotros mismos, llorar, soñar, pensar, buscar, convivir,? y de repente caemos en la cuenta que estamos celebrando nuestro propio nacimiento en nuestra casa madre, somos hermanas y hermanos, tan iguales como diversos.
Celebramos esta Asamblea proclamando que estamos en nuestra casa,
porque nuestra comunidad tiene entrañas de madre,
porque somos pueblo y no andamos solos,
porque no hay misión más hermosa que salir al camino a compartir en el encuentro que el Reino acontece,
que Dios Amor habita la casa de los hombres
que es posible la fraternidad,
y que por el Nombre de Jesús,
no serán defraudadas las esperanzas de los pobres.
Es
Humberto Pegoraro (Uruguay)
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