Sindicato Cartonero ?
Unión de Cartoneros Platense
Noviembre de 2005. Se formó la Unión de Cartoneros Platense. Se presentaron ante el Concejo Deliberante para ser admitidos como trabajadores formales. Piden ayuda para garantizar condiciones de seguridad. Hasta ahora fracasaron los intentos de regular una actividad que se extendió con la profundización de la crisis. Características de un mercado que tiene reglas propias
Desigualdad social. Los residuos ajenos son fuente de ingreso para miles de familias, La nota de puño y letra llegó a Mesa de Entradas del Concejo Deliberante y está firmada por la Unión de Cartoneros Platense; tal vez, la primera organización de esta ciudad que intenta nuclear a las miles de personas que a diario transitan todos los rincones del distrito, buscando en los desperdicios ajenos la posibilidad de acceder a los pesos que les permitan garantizar el plato diario.
Declama domicilio en una esquina de Altos de San Lorenzo, pero reúne, según comentan algunos concejales que la conocen, a carreros de la mayoría de los barrios donde la pobreza hizo estragos.
Su objetivo es básico. Dignificar una actividad que nació en las condiciones más indignas de vida: la de la exclusión. Miles de familias encontraron en el cirujeo la posibilidad de pilotear la crisis. Con el tiempo, se hicieron especialistas en el reciclado de residuos, y hoy quieren ser considerados por el resto de la sociedad como lo que son: trabajadores.
Para empezar, eligieron buscar el reconocimiento institucional. Por ello, en la nota remitida al Concejo Deliberante, que está en tratamiento en la Comisión de Salud, piden que se cree un registro para saber cuántos son los que se dedican a esto. Además, piden ayuda para garantizar su seguridad y su salud.
Reclaman que se les entreguen bolsas de residuos para reponer las que rompen en busca de algún elemento que puedan comercializar y no causar molestias a los vecinos, y guantes y barbijos para no infectarse o contraer enfermedades.
Legislación complicada
Claro que legislar sobre la cuestión no es una tarea sencilla. De hecho, ya se ha intentado infructuosamente. La movilidad en carros con caballos a la que apelan muchos cartoneros es un obstáculo, pues formalmente no está permitida la tracción a sangre por las calles de la ciudad.
Aunque ese escollo se salde de algún modo, existen otras cuestiones que dificultan la regulación. La falta de una unidad entre todos los cartoneros de la ciudad es una, aunque la Unión de Cartoneros Platense parece ser un intento positivo.
También lo es la resistencia que genera la posibilidad de que exista un “registro” oficial administrado por el municipio de todos los que se dedican a la actividad, o los códigos propios de un mercado que tiene en su cadena de comercialización distintos intereses en juego (intermediarios, papeleras), y que exceden a los de cada individuo que circula en su bicicleta, de a pie o con carros tirados por caballos.
Actividad en ascenso
Aunque por la falta de legislación no hay registros oficiales, en La Plata se calcula que suman más de 3 mil los cirujas que llegan al casco urbano, a los barrios de clase media, y a los centros comerciales periféricos en busca de cartón, papel blanco, plástico, papel de segunda, hierro y, en el peor de los casos, comida.
Es un fenómeno social que nació hace décadas en la pobreza estructural, pero se profundizó a una gran escala durante la crisis de los dos primeros años del milenio. Miles de platenses se quedaron sin trabajo, y otros miles no encontraron espacios para hacer sus changas en la construcción, como plomeros, electricistas o gasistas.
El recambio generacional es más apocalíptico. Los protagonistas más jóvenes no tuvieron la posibilidad de tener acceso a formación de oficio alguno, y su posibilidad de dejar el carro y trabajar parece más complicada. La condena a la marginalidad parece, en ese contexto, inevitable.
Si se avanza en un mapa geográfico, los cartoneros que llegan al casco urbano lo hacen desde los barrios donde la pobreza es más profunda. El Churrasco, la Autopista, Villa Montoro, El Palihue, San Carlos, Altos de San Lorenzo (donde tiene domicilio la Unión de Cartoneros Platense), son algunos de los lugares donde se concentra buena parte de las familias dedicadas a esta actividad.
No más de cinco pesos en las malas, más de diez, tal vez 20, cuando el día vino bien, es lo que se suele recaudar. El mercado se impone, y muchas veces el valor del trabajo depende de la arbitrariedad del intermediario. El precio del cartón sube o baja y complica aun más las paupérrimas economías familiares.